a mi abuelo Pedro
El hombre pipa
la pipa de humo
el humo de la pipa
el hombre, la pipa y el humo
de chocolate o vainilla.
Su sonrisa siempre en su rostro
a pesar del humo
y del alcohol
que dejó tras una promesa
en una cama de hospital
que dejó antes
de que lo dejaran a él
y que reemplazó por
las cáscaras de naranja en el mate
y las de menta
y todas las que crecían en el patio
y cubrieran el mate.
Como si siempre fuera
la primera vez, las probaba, las combinaba
mientras regaba el patio
observado detenidamente por
sus gatos
casi hijos del humo
recostados
sobre la mesa de madera
de los domingos
lo alababan como a un dios
maullaban manifestándose
a favor del dueño
mi abuela -si por ella fuera-
los hubiese despellejado
para comerlos
como conejos
Y la abeja reina
hecha miel
solo para él
en la yerba diaria del mate
se posaba en la flor
como sabiéndose su final.
No consumía azúcar,
(decía que era la sombra de Dios
en granos
endulzando almitas pecadoras)
solo miel.
En ocasiones, la flor de azahar
en la yerba
-hoy en el hombro de mi hermana menor
tatuada en su recuerdo –
se mezclaba con el rico sabor de su pipa
y con su sonrisa
y con el contagio de quererlo.
Mamá y mis tías
son la sonrisa
réplicas de él.
La esquina del juego
también era él.
“-¡Alder!-”
(viejo)
¡A comer!- lo llama mi abuela
y él va, largando el humo.
1 comentario:
muy buena historia.Porque se llama IV el cuento?
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