jueves, 2 de febrero de 2012

IV


a mi abuelo Pedro

El hombre pipa

la pipa de humo

el humo de la pipa

el hombre, la pipa y el humo

de chocolate o vainilla.

Su sonrisa siempre en su rostro

a pesar del humo

y del alcohol

que dejó tras una promesa

en una cama de hospital

que dejó antes

de que lo dejaran a él

y que reemplazó por

las cáscaras de naranja en el mate

y las de menta

y todas las que crecían en el patio

y cubrieran el mate.

Como si siempre fuera

la primera vez, las probaba, las combinaba

mientras regaba el patio

observado detenidamente por

sus gatos

casi hijos del humo

recostados

sobre la mesa de madera

de los domingos

lo alababan como a un dios

maullaban manifestándose

a favor del dueño

mi abuela -si por ella fuera-

los hubiese despellejado

para comerlos

como conejos

Y la abeja reina

hecha miel

solo para él

en la yerba diaria del mate

se posaba en la flor

como sabiéndose su final.

No consumía azúcar,

(decía que era la sombra de Dios

en granos

endulzando almitas pecadoras)

solo miel.

En ocasiones, la flor de azahar

en la yerba

-hoy en el hombro de mi hermana menor

tatuada en su recuerdo –

se mezclaba con el rico sabor de su pipa

y con su sonrisa

y con el contagio de quererlo.

Mamá y mis tías

son la sonrisa

réplicas de él.

La esquina del juego

también era él.

“-¡Alder!-”

(viejo)

¡A comer!- lo llama mi abuela

y él va, largando el humo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy buena historia.Porque se llama IV el cuento?