lunes, 16 de marzo de 2009

La María mea como hombre, cocina puchero pero no lo come. Le pega escobazos a los gatos que andan por el patio. La María no tiene muchos dientes, pero igual sonríe.No sabe leer ni contar. Sus ocho críos piden monedas en los semáforos.
El Carlos, el marido de la María, duerme hasta tarde y se enoja si no consiguen el tinto. Le pega a la María porque ella no quiere coger y a los pibes también porque no le llevan monedas.
La María llora cuando todos duermen y habla despacito con la estampita de la virgen. La María barre la vereda a la mañana y a lo noche para espantar a las brujas. La María tiene las piernas peludas y no usa perfumes ni carteras.
El Carlos a veces la mima y le palmea el culo entonces se meten un rato en la piecita del fondo.
La María escucha las canciones románticas por la radio y baila con la escoba pegada al pecho y se imagina que sus tetas son tan grandes como las de la Sarli.
La María escupe lejos y se peina de costado.
A la María nunca nadie le dijo un piropo.