jueves, 17 de mayo de 2012

¿Desorden real ?


Al Rey León le habían tocado cuestiones raras e intrincadas, circunstancias en donde le resultó complicado dar una respuesta que lo dejara relativamente bien parado, como corresponde a un Rey.
Pero esta vez no recordaba antecedentes que pudieran superar el estado actual de confusión, de extrañeza y hasta de malestar estomacal.  Era uno de esos momentos en que hasta pensaba si realmente valía la pena ser Rey. Para que tanto boato, tanto poder, tanto remilgos por parte de quienes lo rodeaban,  si luego le venían a plantear algo que él no podía resolver.
Pues resultado que algunos animales llegaron hasta la corte  para hacer – justamente en el Día del Animal, para colmo – un planteo que de alguna manera podría llamarse gremial o sectorial.
Resulta que había animales que se quejaban de la existencia de refranes que mencionaban a otros y ninguno a su especie.
Por ejemplo Perro que ladra, no muerde”, claramente se refiere a los perros”, dijo un gusano de seda.
El pez por la boca muere es un poco lúgubre”, chilló el murciélago, “pero al menos menciona a los peces”.
“Hasta las moscas tienen lo suyo”, dijo el abejorro, “pues En boca cerrada, no entran moscas”.
“Y en ese mundo capitalista, A los caballos regalados, no se le miran los dientes”, gritó desde el fondo una jirafa de cuello extendido.
“No creo que se refieran a nosotras”, dijo con tono muy irónico la serpiente, “cuando se recomienda No buscarle la quinta pata al gato o que Gatos con guantes no cazan ratones, siendo este último refrán de doble significancia: en términos tangueriles, si Ud. me lo permite Sr. Rey, a los gatos maulas y también a los misérrimos ratones; aunque bien nos gusta comer a estos últimos.
Y  tampoco, pienso yo al menos mi querida amiga”, dijo la oveja “se alude a Uds. cuando se dice que Más vale pájaro en mano, que cien volando. Y mirando socarronamente por encima de su hombro, le terminó diciendo “…si Uds. no tienen ni manos”.
A esta altura de la reunión, hubo varios animales que hablaban excitadísimos a la vez, cosa que sabía estar absolutamente prohibido en las audiencias del Rey, y el León estaba entrando en un estado de gran confusión y nerviosismo.
Para colmo”, objetó con voz gruesa el oso, que por su tamaño siempre tuvo una posición de privilegio en la corte, “el chancho tiene varias menciones. Pues además de decirse que A cada chancho le llega su San Martín, también se lo sobresee al decir que “La culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer”. “Me parece y con todo respeto para vuestra investidura – continuó - que esto es un poco excesivo”.
Aprovechando la confusión y que ya nadie escuchaba lo que decían los demás, sino mas bien solo su propia voz, la comadreja, vieja concejera del Rey, le habló a la oreja; “son todos una manga de envidiosos y cada uno debería estar satisfecho con el lugar que les tocó. Ya lo ha dicho el Martín Fierro: Cada lechón en su teta, es la forma de mamar”.
“Tienes razón otra vez mi querida comadreja, salvadora de mil momentos de dudas y remilgos” gruñó el Rey moviendo lentamente la cabeza pero con una sonrisa cruel en sus labios “tendré que convencerlos de que no deben reclamar y molestarme más por estas sonseras”.

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